Que se pare el tiempo

 

Esta mañana he visto a un abuelito jugando con su nieto al fútbol con un brick de zumo a la espera de entrar en el cole. Lo he supuesto porque habían dejado la mochila junto a la portería, como hacemos todos. Me he tenido que parar a mirarlos. Era pura felicidad verlos enfrascados en su pequeño juego. No había nadie más, sólo ellos. No les hacía falta nadie. Abuelo y nieto jugando juntos, sin otra finalidad que la de pasar el rato. Siempre me gusta imaginar las vidas de las personas cuando algo me llama la atención, y esta vez no ha sido una excepción.
He pensado que quizás ese abuelo recoge a su nieto cada día para llevarlo al cole, pues su hija se levanta muy temprano para trabajar. El también trabajó muchos años en una fábrica y pasaba poco tiempo con su hija. Pudo verla crecer, pero no pudo disfrutar día a día de su compañía. Ahora es abuelo, su hija le ha pedido que lleve cada día a su hijo al cole porque ella no puede. Él encantado, cada mañana se levanta ilusionado. Los ratitos que puede pasar con él mientras esperan son los mejores: charlan sobre cómo va el cole, sobre sus libros favoritos, las cosas que les gusta comer, el estado de los equipos de fútbol en la liga...siempre terminan echando una pequeña partidita de fútbol antes de entrar al cole. Y esos momentos, solos, disfrutando con un brick de zumo, hacen que el abuelo quiera que se pare el tiempo. Que no pase de aquel momento. Que su nieto sea siempre así, como ahora, y que pueda reír y disfrutar de él cada día.
A veces todos tenemos esos momentos de querer q se pare el tiempo...
¿A ti te ha pasado alguna vez?