miércoles, 17 de agosto de 2022

Una dolorosa casualidad

 El otro día tuve un pequeño accidente por los pasillos de mi bloque. Iba a cruzar hacia uno de los enormes pasillos que distribuyen los diferentes pisos, cuando de repente, todo a oscuras. Fui a encender la luz claro, pero no contaba con que,  justo en mi camino, habría en el suelo un panel de esos que cubren los cables de internet. Debido a que este panel me impedía el paso, tropecé y mi cuerpo irrremediablemente, se precipitó hacia el suelo. El ruido fue atronador, mis gritos también. Me dolía todo el cuerpo en un sólo instante. Noté que una de las rodillas me ardía, también me había dañado el pie de la misma pierna y el dedo anular de la mano contraria. Imaginaros la caída tonta. 

Pues bien. ¿ Qué creéis que fue lo primero que pensé? Pues sí, claro: "alguien se lo ha dejado abierto tocando los cables".  "Alguien" deliberadamente, había dejado ese tablero en el suelo y había cerrado la puerta del pasillo para que todo estuviera a oscuras en el momento de pasar yo: trampa mortal.

En ese momento, con el dolor y más que nada cabreo, decidí acordarme de toda la familia del que hubiera puesto eso allí. Decidí poner un mensaje de voz en el grupo de Whatsapp del bloque para informar de lo ocurrido. Por supuesto con los nervios a flor de piel, alentada por el dolor y el enfado. 

Cual fue mi sorpresa, cuando, conforme iba hablando, iba razonando. Quizás alguien no lo puso ahí. Quizás se cayó. Es cierto que últimamente no se enganchaba bien a la pared y lo había visto descolgado en alguna ocasión. Quizás nadie tuvo la culpa y fue casualidad. Una vecina colindante con esa pared, me confirmó que hacía un rato escuchó que el viento había cerrado de sopetón la puerta de acceso, quizás creando un movimiento extremo en la pared que lo dejó caer. Simple casualidad. 

¿ Y qué quiero contaros con todo esto? Pues que siempre pensamos mal de todo lo que nos ocurre.

¿ Por qué pensamos que los demás son los causantes de nuestras desgracias? ¿ por qué no podemos pensar que ha sido una casualidad? ¿ por qué no pensamos las cosas antes de decirlas?

En estado de estrés y nerviosismo, deberíamos guardarnos de comentar todo lo que se nos venga a la mente. Probablemente, no sea nada bueno, claro ni con fundamento. Además suelen ser comentarios que no ayudan a nadie.

He de reconocer que me dejé llevar por los nervios del momento y por supuesto pedí disculpas a los vecinos por esa voz de alarma sin sentido. Luego me di cuenta de que no había sido para tanto. La impulsividad del momento me llevó a sacar conclusiones erróneas.

Por eso, después de unos días, ya pienso con claridad. Ya todo pasó, no fue para tanto. Es cierto que mi rodilla, mi pie y mi dedo, siguen algo doloridos, pero es que la edad no perdona.

Todo esto me vuelve a recordar, que en la vida debemos ser cautelosos, debemos pensar bien en lo que decimos y hacemos, y por supuesto, no dejarnos llevar por el estrés o nerviosismo del momento.

Creo que debemos dejar pasar un rato antes de tomar la decisión de hablar. Pensaremos con más claridad y nos dará tiempo a analizar pros y contras de aquello que queremos expresar. Quizás aquello que vayamos a decir no aporte nada bueno a nadie, ni siquiera a ti mismo.

Este ha sido mi caso esta vez. Para mí lanzarme a buscar un culpable a toda prisa no sirvió de nada. Bueno sí, para darme cuenta de que el ser impulsiva y hablar sin razonar primero, no sirve para nada.

Como siempre digo, siempre hay que sacar algo bueno de aquello que vivimos, sea bueno o malo.

Saquemos siempre lo bueno. Si una experiencia no te aporta algo bueno, al menos aprenderás algo de ella. Como yo en esta ocasión.

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