Hoy, al subir del paseo en patinete, uno de mis hijos, ha decidido colocar sus lindos pies en la pared junto al ascensor. Como podréis imaginar, lo ha puesto todo perdido. Me he enfadado con él y se ha reído. Y puesto que no me parecía nada gracioso, he decidido que al subir, cogiera un barreñito y un cepillo y lo limpiara.
La verdad es que la reacción me ha sorprendido bastante. No sólo lo ha hecho gustoso, sino que venía muy satisfecho con su labor. Incluso él mismo como veis, señaló que había más pisadas de otras personas y decidió limpiarlas también.
Sé que es algo muy simple y que seguramente muchos de vosotros lo haréis con vuestros hijos, y a veces lo he hecho con otras cosas menos significativas, pero siempre vamos con prisas a todo y no nos paramos despacio a pensar la mejor solución. Castigamos y punto.
Hoy he aprendido yo algo importante con él. El enfadarme porque haga una tratada es normal, y debe saber lo que está mal. Pero no quiero que sea eso con lo único que se quede mi hijo. Me he dado cuenta de que es igual de importante, darle la oportunidad de enmendar el daño que ha producido.
Como he comentado, su sensación al subir en el ascensor era de alegría absoluta, porque había podido limpiar lo que había ensuciado. Sabía que yo estaba contenta y a esta edad, para ellos, es algo primordial: saber que lo que hacen ponen contentos a papá y mamá.
Creo que desde ahora pensaré mejor las cosas cuando me enfade y les daré la oportunidad de poder reparar aquello que hicieron mal.
A seguir aprendiendo....🤗🤗.
No hay comentarios:
Publicar un comentario