jueves, 20 de abril de 2023

BOLÍGRAFO



“Hola Laura, no estoy muy seguro de lo que siento, pero lo que sí sé
es que eres la razón por la que me levanto por la mañana con una
sonrisa, porque sé que voy a verte”.
Bolígrafo había perdido ya la cuenta de cuántas notitas había enviado
ya Carlos a Laura.
Estaba seguro de que todo lo que escribía para ella lo hacía desde el
corazón. Podía sentir cada trazo, cada letra y palabra que Carlos
escribía con él. 
Bolígrafo había pasado por muchas manos. Al haber muchos como él,
las personas lo confundían con otros y se lo llevaban sin querer.
Cuando estuvo con la directora del instituto, tuvo que firmar varios
partes de expulsión, algo que notaba, no era agradable para ella.
El jefe de estudios lo usó varias veces para corregir horarios y poner
alguna nota a los padres, algo que tampoco le gustaba mucho hacer.
La secretaria anotaba muchísimos recados para diferentes profesores,
directora, jefe de estudios…Se notaba que lo hacía a veces agobiada
por tener que estar aparcando tantas cosas por hacer. También escribía
con él en su propia agenda personal, y Bolígrafo veía cuántas cosas
tenía pendientes.
Cuando la secretaria prestó a Bolígrafo a uno de los padres, éste pudo
salir del instituto casi sin darse cuenta en el bolsillo de ese papá.
Desde entonces, Bolígrafo fue con él a su oficina, a juzgados,
a su casa…Era un hobre muy ocupado, debía ser un abogado
o algo parecido. Hasta que logró volver al instituto cuando
su hijo se lo pidió prestado.
Allí pasó por muchas manos.  
Bolígrafo pudo comprobar lo difíciles que eran las relaciones entre
los chavales. Solía escribir muchas notitas: algunas intimidaban,
otras insultaban y otras, por lo que intuía Bolígrafo, eran para hacer
pensar a alguien, que tenía un admirador secreto . En todas esas notas,
Bolígrafo podía sentir el cariño, el resentimiento o el tono de burla
en los trazos que escribían con él.
Por suerte, ahora estaba en manos de Carlos. El muchacho le caía bien.
Lo usaba para hacer los deberes, pero también para escribir notas a
Laura. Ella, seguro, las encontraría por sorpresa entre sus cosas.
Bolígrafo sabía que era algo tímido y que le costaba acercarse a ella,
así que las pequeñas notas le iban allanando el terreno para más adelante
poder decirle quien era.
Le gustaba usar citas o poemas para expresar sensaciones y
sentimiento. También alababa su inteligencia y amabilidad con los demás.
Seguro que a Laura le encantaría todo lo que escribía con Bolígrafo.
No llegaba nunca a ver qué hacía con las notas, pues al acabar,
lo guardaba a él en su estuche. Cuidaba muy bien de bolígrafo
y no lo dejaba en cualquier parte.
Un día Carlos decidió comenzar un diario, algo que a Bolígrafo
le pareció una idea genial, ya que ahí podría entender cómo le
iban las cosas con Laura:
“Hoy me ha sonreído y me ha preguntado si había estudiado para
el examen. Por poco me muero de la vergüenza”
“ Al cruzarnos por el pasillo, se le cayó un cuaderno, la ayudé a
recogerlo y me dio las gracias sonriendo. Me puse colorado.
Me dio mucha vergüenza. Estaba don Adolfo mirando y creo que
ha pensado que se lo he tirado yo. Pero se lo he recogido porque
se le había caído solo. Llevaba muchos encima.”
“Le he dejado una notita en su mesa cuando salíamos al recreo.
Por poco me muero al ver que se volvía para darle algo a otro
compañero. Casi me ve”.
Las anotaciones eran cortas, pero Bolígrafo podía ir viendo los
pasos que daba Carlos para acercarse a Laura.
Cada vez que escribía notaba en él su sinceridad, pero también
su miedo. Miedo a que Laura no le correspondiera.
Un mes después de la primera nota Carlos escribió en su diario:
“ Laura me ha visto poner la nota. He mirado cómo la leía.
Se ha sonrojado y me ha mirado. Al final de la clase me ha
llamado y me ha pedido que hablemos. Me ha dejado claro
que se siente muy halagada, pero que no debería escribir cosas
así a su  profesora.
Estoy muy triste y a la vez avergonzado. Sólo espero que no se
lo cuente a nadie. Me ha prometido que no lo haría, y yo la creo.”
Bolígrafo ya entendía el porqué de tanto secreto,
Laura era su profesora.
Carlos no volvió a escribir en el diario. Pero sí respondió a varias
notitas que iban firmadas por Susana. Le invitaba a dar una vuelta
por la tarde, o a estudiar juntos en la biblioteca…
Bolígrafo notaba que Carlos al principio no era muy sincero.
Contestaba que sí, pero con pocas ganas. Después de algunas notas
más, comenzó a sentir que volvía a ser feliz escribiendo las notas
para Susana.
Bolígrafo nunca supo cómo le fue con Susana, pues un día sin querer,
lo dejó olvidado en un banco del parque. Pero presentía que le iría bien. 
Alguien lo recogió en el banco y Bolígrafo pensó que ojalá fuera otro
Carlos, alguien que escribiera de corazón y le dejara contar bellas
historias. Esas que merecen la pena recordar.

La próxima vez que encuentres un boli perdido, quizás sea Bolígrafo.
Así que  asegúrate de escribir con él, siempre cosas bonitas.

Algunos sentimientos son difíciles de desvelar, sobre todo
si afectan a otras personas. Si eliges escribirlos,
hazlo con el corazón.


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