Zapato Derecho y Zapato Izquierdo llevaban mucho tiempo juntos.
Habían vivido numerosas aventuras junto a Pablo.
Les gustaba caminar con él a muchos lugares diferentes:
A la playa, al bosque, de compras, e incluso una vez,
Pablo se lanzó a una piscina con ellos puestos. Lo pasaron en grande.
Un día Pablo jugaba al fútbol con sus amigos y Zapato Derecho
comenzó a quejarse.
―Vaya dolor de cabeza que tengo. Hoy Pablo me ha apretado mucho
los cordones y para colmo, no para de dar patadas al dichoso balón.
Esto de que sea diestro, empieza a ser muy molesto.― Le dijo a
Zapato izquierdo.
―Parece que se está aficionando mucho al fútbol.― le respondió éste.
―Por desgracia sí. Ya podía aficionarse a algo más tranquilo. Estoy
hasta los cordones de que dé patadas todo el rato. ―
―Vaya, lo siento Derecho.―
―Ya, pero como tú eres el izquierdo no da patadas fuertes contigo,
no puedes entender lo molesto que es.―
Zapato Izquierdo guardó silencio. Tal vez tuviera razón y no podía
entenderlo.
Zapato Derecho continuó quejándose día tras día. Hasta que Zapato
izquierdo decidió intervenir pasados unos días. Había estado
observando muchas cosas durante ese tiempo por lo que decidió
ser sincero con Zapato Derecho.
―Derecho, entiendo de verdad que debes sentirte muy mal por las
patadas que Pablo da contigo―
―¿Tú que vas a entender?―Le dijo un poco molesto.
― Bueno, quizás Pablo no dé conmigo patadas fuertes, pero sí que
suele sentarse sobre su pie izquierdo en la silla, le gusta hacerlo y eso
hace que esté un poco agobiado y espachurrado. También suelo ser a
quien Tobi, su perrito, muerde para que le acompañe a jugar. Además
el izquierdo es el pié que usa para impulsarnos cuando vamos en el
patinete, mientras tú vas arriba, yo voy abajo impulsando y raspándome
por todo el suelo. Y créeme, hay algunas cosas más que he observado
estos días, desde que me dijiste que no podía entenderte. Y sí Derecho,
te entiendo. Pero somos zapatos y Pablo está cómodo y feliz con nosotros.
Es lo importante.
―Vaya Izquierdo, la verdad es que no me había fijado en todo eso. Creo
que estaba centrado en mi dolor , en mi malestar con Pablo y su nueva
afición. No me había dado cuenta de todo eso. Lo siento.― Zapato
Derecho miró bien entonces a Izquierdo muy concentrado.
―Y ahora que te miro, estás hecho un asco. Pareces más viejo que yo.―
Sonrió bromeando.
―Vaya…Gracias― rió cómplice.
Derecho entendió que no estaba solo y que Zapato Izquierdo también
sufría a veces, como él. Pero no se centraba en las cosas malas que
le pasaban, sino en lo mucho que hacía disfrutar a Pablo. Eso le
sorprendió y acordaron desde entonces, echarse un pie de vez
en cuando.
Zapato Izquierdo intentaría chutar mejor, para que Pablo lo usara
un poco más, y Zapato derecho, le echaría miraditas a Tobi para
que también quisiera juguetear con él. Con respecto al patinete,
hacían lo posible para alternarse arriba y que no siempre fuera
Izquierdo abajo.
Y en cuanto a lo de ser espachurrado por el trasero de Pablo,
tuvieron algo de mala suerte, pues Pablo comenzó a tener la
costumbre de sentarse de rodillas y poner su trasero sobre los
dos zapatos. Algo que Izquierdo y Derecho no vieron tan mal.
Ahora compartían todo, lo bueno y lo malo. Hasta el peso del
culete de Pablo.
A veces tendemos a centrarnos en nuestros problemas, en lo
que nos hace sentir mal. Y esto no nos deja ver lo que sufren
los que están a nuestro alrededor. No está mal expresar lo que
sentimos, siempre y cuando tengamos en cuenta lo que sienten
los demás.
Ponte en sus zapatos.
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